La creciente complejidad de las relaciones jurídicas internacionales requiere de un perfil profesional renovado, que trasciende a las competencias de un abogado tradicional, ya que debe ser capaz de desenvolverse en un ámbito global y apoyarse en las nuevas tecnologías. Es un experto mucho más competitivo con una formación específica, y un alto conocimiento de idiomas preparado para dar respuesta acorde a este nuevo entorno empresarial, que constituye un factor clave del desarrollo económico y social
El abogado global del futuro será un profesional altamente especializado, con un elevado nivel de compromiso y una metodología de trabajo exigente.